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jueves, 19 de septiembre de 2013

Victimas de Violaciones de los derechos humanos 19 de septiembre de 1973


Victimas de Violaciones de los derechos humanos 
19 de septiembre de 1973

1.- JOAN ALSINA HURTOS
2.- RAUL SANTANA ALARCON
3.- JOSE MATEO SEGUNDO VIDAL PANGUILEF
4.- ORLANDO RIFFO PASTENES
5.- MANUEL ERNESTO MORENO DIAZ
7.- EDMUNDO ENRIQUE MONTERO SALAZAR
8.- RAMON LUIS ESCOBAR CHAVARRIA
9.- JOSE ANTONIO DEL PERO BUSTOS
10.- JOSE BELISARIO CARREÑO CALDERON
11.- CARLOS OMAR BASTIDAS ZEGERS

12.- LUIS ALBERTO ARAVENA ALVAREZ
13.- AMALINDO DEL CARMEN BEIZA BEIZA
14.- OSCAR SEGUNDO CARVACHO ROA
15.- VICTOR MANUEL CASTILLO BARRUETO
16.- ROMAN ARMANDO CASTILLO CASTILLO
17.- ABELARDO DE LA CRUZ CORTES CONTRERAS
18.- CARLOS ALFONSO CRUZ ZAVALLA
19.- ORLANDO DEL CARMEN ESPINOZA FAUNDEZ
20.- JOSE LUIS ESPINOZA HENRIQUEZ
21.- MARIO ANTONIO GALLARDO VILLAGRAN
22.- LUIS ALFREDO GAMBOA PIZARRO
23.- VICTOR JOAQUIN MALDONADO GATICA
24.- LUIS GILBERTO MATAMALA VENEGAS
25.- IVAN FLORENCIO MORAN ARAYA
26.- JUAN MIGUEL ORDENES SIMON
27.- PAULINO ERNESTO ORDENES SIMON
28.- CESAR WALDO PAREDES LAZCANO
29.- NOLBERTO PEREZ GALLARDO
30.- OSCAR ERNESTO PIZARRO VICENCIO
31.- JOSE MIGUEL ROA GODOY
32.- LUIS ANTONIO SAEZ SAEZ
33.- ALVARO AGUSTIN SALCE ASCORRA
34.- GABRIEL DEL CARMEN SANDOVAL TORO
35.- EMILIANO SEGUNDO SILVA PEZO
36.- SEGUNDO ENRIQUE THOMES PALAVECINOS
37.- LUIS ALBERTO TRECANAO MORA
38.- ERNESTO VASQUEZ GODOY
39.- OSCAR RENE VERDUGO BUSTOS
40.- REINALDO LUIS JELDRES RIVEROS



NUEVAS LUCES SOBRE CARAVANA DE LA MUERTE ORDENADA POR PINOCHET

A casi 40 años del golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende, salen a la luz nuevas evidencias de una de las causas criminales por la que el juez chileno Juan Guzmán logró procesar a Augusto Pinochet, pero el dictador evadió la justicia. Por Enrique Torres.

Imagen de Internet.

Las nuevas evidencias consisten en rieles hallados en las costas de la comuna de Caldera, en la norteña Región de Atacama, que fueron utilizados como anclas para lanzar al mar los cadáveres de prisioneros, víctimas de la llamada operación Caravana de la Muerte.

Los hierros oxidados fueron encontrados luego de que un exmilitar que participó en tétrica comitiva, antes de morir, diera a conocer informaciones que permitieron ubicar los fierros.

La identidad del exmilitar no fue revelada, sin embargo trascendió que las partes halladas en las costas de Caldera, casi 900 kilómetros al norte de Santiago de Chile, se encuentran en manos de criminalistas de la Policía de Investigaciones.

En declaraciones a Prensa Latina, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), Alicia Lira, lamentó que la información solo se conociera gracias a que el exmilitar antes de morir accedió a revelar detalles.

De acuerdo con Lira, ello demuestra que quienes integraron las instituciones armadas y otras guardan informaciones que pueden conducir a muchos de los familiares de las víctimas a conocer el paradero de sus seres queridos masacrados durante la dictadura Pinochet (1973-1990).

Luego del hallazgo de los rieles, la AFEP envió una carta al jefe del Ejército chileno, Juan Manuel Fuente-Alba, en la cual denuncia que las instituciones armadas tienen información sobre el destino de miles de chilenos y chilenas cuyos cuerpos aún son buscados por sus familiares.

"Es nuestro deber indicarle que esta acción de no entregar la información pertinente es considerada por las organizaciones de familiares y por muchos chilenos y chilenas un acto de cobardía y de bajeza moral", indicó la agrupación.

La AFEP, en nombre de la humanidad y de valores universales como la verdad y la justicia, exigió a las Fuerzas Armadas que rompa el pacto de silencio mantenido durante 40 años.

"Demasiado tiempo ha pasado ya ocultando la verdad y manteniendo un trato absolutamente deshumanizado con los familiares de las víctimas. Hemos leído sus declaraciones solicitando un trato humanitario con los pocos victimarios que han sido condenados para la justicia chilena por crímenes de lesa humanidad y cuyas penas son irrisorias frente a los crímenes cometidos", señala la carta a Fuente-Alba.

La misiva hace referencia declaraciones del jefe del Ejército al diario El Mercurio en julio último, en las cuales manifestó estar apenado por los exmilitares que guardan prisión por violaciones de los derechos humanos.

"Efectivamente nos entristece ver que todavía esas personas permanecen ancladas a una situación de hace 40 años", exclamó el militar, quien alegó que varios de los reos tienen avanzada edad o situaciones médicas complejas.

Ante esas declaraciones también reaccionó la AFEP, que de inmediato recordó no hubo razón humanitaria cuando se asesinó jóvenes y niños, como Claudia Valenzuela, a quien ultimaron junto a sus padres, teniendo seis años.

En una reciente entrevista con Prensa Latina, el juez Guzmán recordó que si bien logró abrir cuatro expedientes contra Pinochet, solo pudo procesarlo en tres ocasiones, y una de ellas fue precisamente por la operación Caravana de la Muerte.

Bajo ese nombre, un comando de oficiales del Ejército, al mando del general Sergio Arellano, recorrió el país durante un mes en 1973 con la encomienda de Pinochet de agilizar y revisar los procesos de los detenidos tras la asonada golpista del 11 de septiembre de ese año.

Guzmán recordó que, a causa de esa operación, en la que fueron ejecutadas 75 personas, logró procesar dos veces a Pinochet.

Cuando lo entrevistó en medio del proceso y le mostró un documento con su firma y anotaciones de su puño y letra en los que ordenaba la misión a la caravana, el general le dijo que ese no era un documento oficial y no servía para nada.

A pesar de todas las evidencias presentadas, Pinochet logró evadir la justicia, ya que la Corte Suprema estimó que tenía las facultades mentales disminuidas para enfrentar un proceso judicial.

"De los cinco jueces en la Corte, solo uno mantuvo mi criterio, de que Pinochet estaba en condiciones de ser juzgado, pues no tenía demencia alguna", enfatizó Guzmán, quien tuvo en sus manos los peritajes de siquiatras que dictaminaron que el dictador estaba apto mentalmente para subir al banquillo de los acusados.

Incluso en las conversaciones sostenidas directamente con Pinochet corroboró que estaba en su sano juicio, con criterios, capaz de discernir entre culpable e inocente, y de mentir para ocultar su responsabilidad en las barbaries de la dictadura.

Los cadáveres de la Caravana de la Muerte fueron inhumados ilegalmente en otra cruzada, la Operación retiro de Televisores, también ordenada por Pinochet para que los restos fueran dispersados y en muchos casos lanzados al mar, a fin de ocultarlos.

El informe Retting, realizado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación en 1991, solo contabilizó ejecuciones y desapariciones. En total, reconoció dos mil 279 muertes en manos de las fuerzas castrenses durante la dictadura.

En tanto, la Comisión Valech, denominada así en honor al exobispo de Santiago, Sergio Valech, amplió las pesquisa sobre la represión y en 2004 presentó su reporte, el cual enumeró más de 30 mil víctimas, de ellas más de 28 mil por detenciones ilegales, tortura, ejecuciones y desapariciones.

Empero, el segundo informe de esa comisión, entregado en agosto de 2011 al presidente Sebastián Piñera, reconoce más de 40 mil víctimas, a pesar de que unas 22 mil denuncias de organizaciones de derechos humanos fueron rechazadas por el equipo investigador. (Prensa Latina)

http://sur1810.com/nota/4945/nuevas_luces_sobre_caravana_de_la_muerte_ordenada_por_pinochet/

Claudia Andrea VALENZUELA VELASQUEZ

Hilda y Claudia

El 14 de septiembre de 1973, en la ciudad de Talca, fueron ejecutados tres miembros de una familia:
                    -          Héctor VALENZUELA SALAZAR, de 27 años de edad, Profesor universitario;
                    -          Hilda Isolina VELASQUEZ CALDERON, de 31  años de edad, Enfermera universitaria y militante comunista; y
                    -          Claudia Andrea VALENZUELA VELASQUEZ, de 6 años de edad. 
                             Carabineros llegó hasta el domicilio de la familia en el marco de las investigaciones que realizaban a raíz del incidente de Paso Nevado.  Allanaron la casa de Héctor Valenzuela y le dieron muerte a él, a su cónyuge y a una de sus hijas.  Dejaron heridos a los otros dos hijos del matrimonio, Paula y Gonzalo Valenzuela de 4 y 2 años respectivamente.  La explicación oficial señaló que se había tratado de un enfrentamiento. 
                             Los antecedentes reunidos por esta Comisión acreditan que la casa fue allanada en la madrugada y las víctimas ejecutadas en su interior; los efectivos policiales habían acordonado el sector desde temprano, advirtiendo a algunos vecinos que no salieran a la calle y ordenando que permanecieran en sus casas; y que cuando llegaron otros familiares del profesor y aún se encontraban los cadáveres en la casa, los Carabineros presentes explicaron que se había tratado de un suicidio. 
                             Por lo tanto, esta Comisión se ha formado convicción que José Castillo, Héctor Valenzuela, su cónyuge Hilda Velásquez y su hija Claudia Valenzuela son víctimas de una grave violación de sus derechos humanos, por cuanto fueron ejecutados por los agentes del Estado, al margen de toda justificación.
(Informe Rettig)  

5 de Diciembre 2003 La Tercera
Comenzó exhumación de cuerpos de ejecutados políticos
Cerca de las 08:00 horas de hoy comenzó la exhumación de cuerpos del matrimonio Valenzuela Velásquez y de su hija de seis años, quienes fueron ejecutados tras el 11 de septiembre de 1973.
A primera hora llegó hasta el lugar el juez con dedicación exclusiva Gerardo Vernales, quien dio la orden de exhumación de los tres ejecutados, identificados como Ilda Isolina Velásquez Vásquez, enfermera, Héctor Valenzuela, profesor y la menor Claudia Valenzuela Velásquez.
Según consignó Radio Chilena, la familia Valenzuela se encontraba durmiendo en su casa el 14 de septiembre de 1973, cuando Carabineros ingresó a su domicilio de población Independencia, allanó el inmueble y luego de un interrogatorio, les disparó, hiriendo a otros dos hijos del matrimonio, Paula de 4 años en esa época, y Gonzalo, de 2.
Los uniformados los involucraron erróneamente con el intento de escape del intendente de la zona, Germán Castro, y luego de darles muerte, sostuvieron que fue un enfrentamiento

5 de Marzo 2004 El Mostrador
Aclaran crimen de matrimonio ocurrido el '73 en Talca
Aclarado quedó en las últimas horas el homicidio de un matrimonio ocurrido el 14 de septiembre de 1973. El autor confeso del crimen quedó a disposición de tribunales gracias a la labor desarrollada por el juez del Primer Juzgado de Letras de Talca, Gerardo Bernales, y la policía de Investigaciones de esa localidad.
El homicidio del matrimonio había permanecido 11 años sin resolverse -y aunque la Comisión Rettig lo incluyó en el informe concluyendo que “Héctor Valenzuela, su cónyuge Hilda Velásquez y su hija Claudia Valenzuela son víctimas de una grave violación de sus derechos humanos, por cuanto fueron ejecutados por los agentes del Estado al margen de toda justificación”- el episodio se mezcló con un intento de suicidio que terminó dilatando el esclarecimiento de la verdad.
Ahora, con la confesión del coronel (r) de Carabineros, Emilio Muga Galfano, quien quedó a disposición de tribunales ayer jueves, el caso se encuentra virtualmente aclarado.
A la fecha del homicidio, el carabinero se desempeñaba como teniente de la Tercera Comisaría de Talca. Debido a una denuncia por lesiones, el policía concurrió al domicilio del matrimonio, ubicado en la población Independencia de esa localidad. En la cama estaban inconscientes Héctor Valenzuela Salazar e Hilda Velásquez Calderón, quienes habían inhalado gas licuado. El carabinero, haciendo uso de su arma de servicio, disparó contra el matrimonio y luego aseguró que se había tratado de un enfrentamiento.
Cuando la policía llegó al lugar –antes de producirse el homicidio-, allanó el domicilio. Se detectó que los tres hijos del matrimonio se encontraban heridos con arma cortante. Uno de ellos, Claudia Andrea, de seis años, ya estaba muerta. Los dos restantes –Paula, de cuatro años, y Gonzalo, de dos- fueron trasladados al hospital regional de Talca con lesiones de carácter grave.
Según el informe de la Comisión Rettig, “la casa fue allanada en la madrugada y las víctimas ejecutadas en su interior; los efectivos policiales habían acordonado el sector desde temprano, advirtiendo a algunos vecinos que no salieran a la calle y ordenando que permanecieran en sus casas; y que cuando llegaron otros familiares del profesor y aún se encontraban los cadáveres en la casa, los Carabineros presentes explicaron que se había tratado de un suicidio”.
El juez a cargo de la investigación había realizado hace algunos meses exhumaciones de los restos, que se encontraban enterrados en el cementerio municipal de Talca.
Héctor Valenzuela tenía 27 años al momento de su muerte. Era profesor de Filosofía y simpatizante del Partido Socialista. Su esposa, de 31 años, era enfermera universitaria y militante comunista.

http://www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados_V/valenzuela_velasquez_claudia_and.htm

Lista de los Miristas asesinados por la Dictadura de Pinochet



http://www.mir-chile.cl/heroes_del_mir.htm

Pinochet pide perdon


La matanza de Puerto Montt


Los encargados del cianuro y el soplete en la Brigada Lautaro






Por Jorge Escalante


Los ex agentes Gladys Calderón y Jorge Pichunmán tuvieron activa participación en el exterminio de la dirigencia comunista clandestina en el cuartel Simón Bolívar. Una inyectaba cianuro a los prisioneros para causar o acelerar su muerte, y el otro quemó sus cuerpos para desfigurarlos.
Dos de los últimos ex agentes de la Brigada Lautaro procesados en la causa calle Conferencia puestos en libertad provisional por la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones, corresponden a quienes aparecen en estas fotografías más recientes.

La teniente (R) de Ejército y enfermera Gladys Calderón Carreño, conocida como "El ángel del cianuro" y el suboficial (R) de Carabineros, Jorge Pichunmán Curiqueo, nombrado "El verdugo del soplete", fueron dos de los más crueles agentes que participaron en el exterminio de la dirigencia comunista en la clandestinidad, en el cuartel donde operó esta brigada en la Avenida Simón Bolívar, comuna de La Reina.

Gladys Calderón, que obtuvo la libertad provisional (sigue procesada) el pasado 14 de diciembre después de permanecer casi un año detenida en el Batallón de Policía Militar en Peñalolén, era quien inyectaba cianuro a los prisioneros para causarles o acelerar su muerte cuando éstos quedaban moribundos luego de las torturas. Fue quien inyectó también al líder PC encubierto en 1976, Víctor Díaz López.

Luego de muertos, Pichunmán fue el encargado de quemar a los detenidos sus huellas dactilares y desfigurarles el rostro y borrar cicatrices, con el fin de que quedaran irreconocibles. Lo hizo con Víctor Díaz y los otros comunistas asesinados en ese lugar. Aún permanecen detenidos preventivamente (también procesados) los ex agentes infantes de marina, Bernardo Daza Navarro y Sergio Escalona Acuña, quienes también se destacaron por actuar con ensañamiento en los crímenes cometidos en aquel cuartel.

FERNÁNDEZ LARIOS

Tanto en el proceso por Calle Conferencia (lugar de Santiago donde en 1976 fue secuestrada la primera dirigencia comunista clandestina), como en la causa por el crimen del ex químico de la DINA, Eugenio Berríos, los ministros Víctor Montiglio y Alejandro Madrid indagan acerca de la participación del mayor (R) Armando Fernández Larios en los crímenes cometidos por esta organización.

Hasta ahora sólo se ubicaba a Fernández formando parte del pelotón de la Caravana de la Muerte, donde actuó con extrema violencia. Pero al menos los ex agentes Luis Lagos Yáñez y Guillermo Ferrán Martínez, declaran en estas causas ser testigos de la presencia de él en el cuartel Simón Bolívar, interrogando y torturando prisioneros.

Según Ferrán, Fernández, radicado en Estados Unidos adonde huyó en 1987, actuó algunas veces en estos hechos junto a Gladys Calderón y el jefe de la Lautaro, Juan Morales Salgado.

Desde Estados Unidos, hasta ahora Fernández Larios se ha negado a responder interrogatorios respecto de delitos que cometió en Chile, amparándose en la protección que ese país le brindó por su colaboración en el juicio por el crimen de Orlando Letelier en Washington.

http://banderaroja.blogspot.com.ar/2008/01/chile-las-ltimas-fotos-de-los-asesinos.html

Chile, 200 años de una patria asesina


“… Entonces lo que hizo Portales fue organizar y costear ‘de su platita’ un ejército mercenario y dio un golpe de Estado y con ese ejército con- struyen  un Estado ‘a su pinta’, un Estado con un  ejército  privativo  de esa  oligarquía  y que gobierna desde 1833 hasta 1925. Este Ejército además actuaba  como  policía interna  debido a la incapacidad de la otra policía  para con- trolar a las masas  marginales y como  ejército externo.  Y el único  método para establecer  el orden  fue  ‘matar  rotos’… El ejército  chileno ha  combatido más  hacia  adentro  que  hacia afuera. Comenzó  combatiendo a los Mapuche en la frontera,  primero, y luego  durante  todo el siglo XIX y XX yo he contado 23 masacres  y todas contra la clase popular”
 Gabriel  Salazar

SIGLO XIX: CHILE, PAIS EN GUERRA

El estado chileno habría sido constructor de la sociedad, a través de la guerra. Históricamente se procedió por medio de las armas, se incorporó la violencia como tradición institucional que ha constituido una memoria cultural para resolver nuestros conflictos. Se comprende entonces el lema del Escudo Nacional “por la razón o la fuerza”.
La memoria social chilena fue modelada en la violencia. Si se analiza la forma en que se han resuelto los problemas y las contradicciones sociales tanto en el plano institucional como en el plano político y social, la solución ha sido militar en todos los casos, sin excepción. La sociedad chilena, ha estado marcada por el ejercicio de una violencia, que a veces ha sido militar y a veces de otro tipo.
En el siglo XIX después de la Primera Junta Nacional de Gobierno se vive permanentemente en guerra. Desde la ofensiva de
1813 lanzada por el Virrey del Perú, para la reconquista de Chile, hasta la derrota definitiva de los españoles en 1818 donde comenzaría realmente la vida independiente de España.
O’higgins nombrado Director Supremo en 1818, debe renunciar a su cargo en 1823 debido al rechazo de su mandato el cual fue una verdadera dictadura.
El poder lo asume el general Ramón Freire, quien emprende una guerra contra el resto de los realistas afincados en Chiloé. Luego con la unión de los pelucones (conservadores), estanqueros y o’higginistas, vendrá la batalla de Ochagavía que produce la caída del régimen liberal e instaura el gobierno de José Ovalle.
En 1830 en la batalla de Lircay se produce el triunfo definitivo de los pelucones y sus aliados iniciándose así la república conservadora.
En 1831 el general vencedor José Joaquín Prieto quien gobierna el país, de la mano de Portales, en forma dictatorial se embarca en la guerra contra la Confederación Perú- Boliviana de Santa Cruz que duró desde 1836 a 1839.
En 1851 después del gobierno del general Bulnes y para evitar la asunción de Manuel Montt como presidente se produce un levantamiento que es sofocado en la batalla de Loncomilla.
Entre 1864 y 1866 vendrá la guerra naval contra España y trece años más tarde la guerra del Pacífico desde 1879 hasta 1883.
Como es posible observar desde 1813 hasta 1883, las guerras, batallas y alzamientos militares fueron una constante en el estado chileno. Las luchas políticas, alianzas y características de los gobiernos no son abordadas en esta apretada síntesis histórica. Lo que se pretende sacar a luz es la inexactitud del discurso que nos dice que hemos sido siempre una nación pacífica y democrática.

Un genocidio llamado“Pacificación de la Araucanía”

Históricamente el pueblo Mapuche, nunca ha intentado invadir otros territorios, este pueblo originario no ha usurpado la propiedad de otros pueblos, sólo ha tenido que defenderse para que no le siguieran robando, primero contra los ladrones que marchaban detrás de la cruz cristiana, los imperialistas españoles, que finalmente al no conseguir derrotarles militarmente, tuvieron que respetar por lo menos parte del territorio.
Pero los principales ladrones (usurpadores) del territorio mapuche, el Walpamu, fueron la elite oligárquica y luego burguesa del Estado chileno y argentino.
En el gobierno de O’higgins se comprometió a respetar el acuerdo firmado entre los españoles y mapuche en el Parlamento de Quilín, celebrado el 6 de enero de 1641, según el cual la zona entre el Bío-Bío y el Toltén era autónoma y perteneciente a las comunidades originarias, acuerdo ratificado el 13 de febrero de 1726 por el Parlamento de Negrete, los posteriores gobiernos republicanos violaron las propias resoluciones firmadas por el primer presidente de Chile.
Tras la masacre y la derrota de la resistencia Mapuche, el estado chileno instalo al pueblo Mapuche en reducciones, y les concedió títulos de mercedes por tierras marginales donde debieron instalarse. Pero el Estado agrego un engaño adicional, los títulos de mercedes no fueron inscritos en el conservador de bienes raíces, con lo cual las tierras no aparecían con propietario mapuche.
La “Pacificación de la Araucanía”, no es más que el asesinato de miles de Mapuche, mujeres, niños y ancianos, un genocidio que tenía como único objetivo, la apropiación de las tierras Indigenas.

La “huelga grande” de 1890

En 1890 tuvo lugar la primera huelga general de Chile y de Latinoamérica, iniciada en Iquique el 2 de julio por impulso de los trabajadores portuarios y que se extendió hasta las minas de carbón de Lota y Coronel, pasando por Valparaíso y Viña del Mar, y fue ampliamente reprimida tanto por el gobierno de Balmaceda como por los patronos.
Los motivos de la huelga fueron aumentos de salarios, supresión de la ficha—salario, pago del salario en moneda de plata en lugar de papel moneda para contrarrestar la inflación y mejores condiciones de trabajo.
Los lancheros de Iquique iniciaron la lucha el 2 de julio de 1890 con una concentración de 5.000 personas. La huelga se extendió el 17 de julio a toda la provincia de Tarapacá, a las oficinas de San Donato, Ramírez, Tres Marías, Sacramento, San José, Peña Chica, Constancia, Mercedes, Rozario, etc., abarcando unos 10.000 obreros de las salitreras y a los portuarios de Pisagua. El 3 de julio se plegaron los portuarios de Arica.
El 11 de julio estalló el paro en Antofagasta, encabezado por los ferroviarios. Las manifestaciones, que llegaron a contar con
3.000 huelguistas en esta ciudad, fueron reprimidas por los militares, registrándose numerosas muertes y heridos.
El 21 de julio comenzó la huelga en Valparaíso. Los obreros de la Compañía Sudamericana de Vapores se pusieron a la cabeza del movimiento, recibiéndose de inmediato el a poyo de los portuarios y panaderos. En la tarde de ese día, casi todos los trabajadores de Viña del Mar y Valparaíso estaban plegados a la huelga. El ataque de las fuerzas represivas en Valparaíso provocó la masacre de 12 muertos y 500 heridos. Los desórdenes duraron tres días, del 21 al 23 de Julio. A pesar de la represión, la huelga de los lancheros, jornaleros, panaderos y mecánicos continúo varios días. El movimiento huelguístico se extendió durante el mes de julio de 1890 a Santiago, Quillota, Talca, Lota y Coronel.

Genocidio Selk’nam

Julius Popper
El genocidio de los selk’nam (u onas) de Tierra del Fuego tuvo lugar entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.
Los selk’nam tuvieron un trágico final. Tras cientos —quizás miles— de años de vida seminómada, hacia fines del siglo XIX la isla concitó el interés de las grandes compañías ganaderas. La introducción de las estancias ovejeras creó fuertes conflictos entre los nativos y los colonos europeos, Argentinos, Chilenos y loberos chilotes, que adquirió ribetes de guerra de exterminio. Las grandes compañías ovejeras llegaron a pagar una libra esterlina por cada selk’nam muerto, lo que era confirmado presentando manos u orejas. Las tribus del norte fueron las primeras afectadas, iniciándose una oleada migratoria al extremo sur de la isla para escapar a las masacres. En busca de alternativas a la matanza, en 1890 el Gobierno chileno cedió la isla Dawson, en el estrecho de Magallanes, a sacerdotes salesianos que establecieron allí una misión, dotada de amplios recursos económicos. Los selk’nam que sobrevivieron al genocidio fueron virtualmente deportados a la isla, la que en un plazo de 20 años cerró dejando un cementerio poblado de cruces. Ni un solo selk’nam sobrevivió a la pérdida de la libertad.

Huelga de Valparaiso (1903)

El 15 de abril de 1903 se inició en Valparaíso un movimiento que alcanzó contornos dramáticos. Se declararon en huelga 600 estibadores de la P.S.N.C. al serles rechazadas sus peticiones cíe mejoramiento económico. Se sumaron a ellos los estibadores de la C.S.A.V., los vaporinos, tripulantes, lancheros, hasta paralizarse totalmente el Puerto. Se agregan los jornaleros de aduana. Los patrones y las compañías traen, entonces, gente de afuera, originándose incidentes graves. En Santiago se realizan actos de solidaridad, el 11 de mayo, y en ellos se destaca como orador el dirigente anarquista Magno Espinoza. El 12 de mayo, en el Puerto, los huelguistas llegan a los muelles a impedir el trabajo de los rompehuelgas, produciéndose violentos choques, con muertos y heridos. Desembarca la marinería, pero se niega a disparar. Los obreros incendian el edificio de la Compañía Sudamericana de Vapores; luego, tratan de quemar “El Mercurio”, cuyo personal mata a siete manifestantes. (Desde entonces lo denominaban “Matasiete”.) Incendian el malecón y diversos edificios; asaltan agencias de préstamos y despachos. Hubo más de 50 muertos y 200 heridos, y centenares de detenidos. El Gobierno envió seis regimientos para mantener el orden público. Sólo el 16 de mayo volvió la normalidad a Valparaíso. La solución del conflicto quedó entregada a una Comisión Arbitral, y ésta dio su fallo el 4 de agosto.
Ante la inmensidad de la huelga, la misma tarde del día 12 las Compañías cedieron y debieron entregar gran parte de lo solicitado por los huelguistas.

Huelga de la carne Santiago (1905)

El 22 de octubre de 1905, Santiago fue remecido por una protesta generalizada: la llamada “huelga de la carne”. Esta se inició a partir de una manifestación para pedir la rebaja del precio de la carne, el que era alto debido al impuesto que gravaba la internación de ganado argentino. Esto hacía imposible el consumo de carne para los más pobres.
Los manifestantes llegaron en pacífico desfile hasta La Moneda, y solicitaron audiencia con el Presidente Riesco. Sin embargo, a medida que la marcha avanzaba, había aumentado el número de manifestantes, juntándose -según la prensa de la época- alrededor de 25 a 30 mil personas frente a La Moneda.
Los ánimos comenzaron a impacientarse hasta que se llegó a un enfrentamiento, que la fuerza pública trató de contener a balazos. La violencia se prolongó casi una semana, que ha sido llamada la “semana roja”. La información respecto del número de muertos dio cuenta de entre 200 a 250 muertos.

Masacre de Antofagasta (1906)

En Antofagasta, el 1 de febrero de 1906, los operarios del ferrocarril de Antofagasta a Bolivia presentan a su administra­ dor una solicitud, pidiendo hora y media para almorzar, pues con una hora no alcanzaban a llegar a tiempo, motivo por el cual los multaban y castigaban abusivamente. Es rechazada, y dos días después se declaran en huelga; se les unen los obreros do la Compañía de Salitres (quienes solicitan un 20% de aumento de salarios); pronto solidariza la Mancomunal y se paran los portuarios y fábricas. Llega el crucero “Blanco Encalada”, desembarca tropas con ametralladoras; se forman
guardias de oí den. El martes 6 de febrero se lleva a efecto un mitin en la plaza Colón. La guardia de orden y la tropa disparan: quedan 48 muertos. El pueblo desesperado quema agencias, diarios, almacenes. La represión total dejó más de 100 muertos. Se clausuró “La Vanguardia” y se apresó a su personal y al del periódico “El Marítimo”.

Matanza de Santa Maria de Iquique (1907)

Ese día el ejército, comandados por el general Roberto Silva, bajo órdenes del ministro de interior Rafael Segundo y del presidente Pedro Montt Montt, abrió fuego contra una marcha de unos 10.000 mineros (algunos incluso estiman 14.000) chilenos, bolivianos y peruanos (con sus familias), de las salitreras del interior; que habían marchado a la ciudad en protesta por condiciones de trabajo dignas, eliminación de las fichas y jornadas laboral más flexibles, y que se habían alojado en la escuela. Fueron asesinadas en poco más de 3 minutos, más de 3.500 personas (no se supo nunca el número exacto y la versión oficial del ejército cifró en solo 140 muertos ). Los sobrevivientes de la matanza posteriormente fueron llevados literalmente a sablazos hasta el local del Club Hípico, y desde allí a la pampa, donde se les impuso un régimen de terror.
Años más tarde, el 14 de diciembre de 1914 exactamente, en pleno centro de Santiago, Antonio Ramon Ramon, un anarquista español, vengando la muerte de su medio hermano, Mauricio Vaca, que fue muerto cruelmente en masacre; asesto sobre Silva Renard cinco puñaladas, una de ellas, obligo al general llevar un parche en el ojo hasta su muerte en 1920.

Masacre Puerto Natales y Puerto Bories (1919)

El 23 de enero de 1919 fue un día trágico. Aún es recordado en la memoria natalina la matanza que se sucedió en Bories, la cual dejó un saldo de diez muertos, seis trabajadores y cuatro carabineros. Dos son las tesis del porqué sucedió todo. La primera habla de un fuerte discusión entre los obreros con el capataz que terminó a balazos sucediéndose una serie de amotinamientos, mientras que la versión oficial habla de peticiones desmedidas por parte de los empleados, que al ver sin respuesta a sus peticiones decidieron incendiar las instalaciones.

Masacre de la federación obrera de Magallanes (1920)

En la madrugada del 27 de julio de 1920 comienza una de las mas grandes matanzas ocurridas en Magallanes. Los grupos civiles se hacían llamar la “guardia blanca” y que dependía de los intereses de la clase burguesa, en conjunto a ello, inician el ataque a la F.O.M sitiando el lugar por las cuatro esquinas y disparando desde los distintos puntos a la federación, con golpes de hachas y combos entrar al lugar, los llamados “guardianes del orden publico” y en forma inhumana arrasan con todo lo que encuentran al pasar. Los obreros que se encontraban en el lugar resisten el ataque y son asesinados cobardemente.
Luego los verdugos incansables prenden fuego al lugar para no dejar rastro de los crímenes cometidos. Muchos obreros lograron escapar pero fueron detenidos sin ninguna razón. Varios estaban fuertemente golpeados muriendo al día siguiente. En el lugar se encontraron cuatro cadáveres carbonizados y solo uno pudo ser identificado. Nunca se a logrado saber cuantas personas murieron pero se cree que fueron alrededor de treinta los que murieron. El hecho estuvo rodeado de contradicciones y mentiras por parte de las autoridades de la época. Solo la historia se ha encargado de contarnos la verdad de lo ocurrido en aquella masacre del 27 de julio de 1920.

Matanza de San Gregorio (1921)

Ante el anuncio del cierre de la oficina salitrera de San Gregorio, a comienzos del mes de febrero de 1921, un grupo de obreros decide permanecer en ella hasta el pago de su desahucio, evento que nunca se realizaría.
“..El jueves 3, al mediodía, se concentraron en la salitrera mil trescientos trabajadores. Avisadas de este hecho, las autoridades enviaron nuevos refuerzos de tropa. A las cinco y media de la tarde del mismo jueves 3, los trabajadores reunidos se presentaron al administrador, don Daniel Jones, quien los recibió acompañado del teniente Argandoña, del Regimiento Esmeralda, y del teniente Gaínza, del destacamento de carabineros. Veinte pasos antes de llegar a la administración, el teniente Argandoña, ordenó hacer alto, lo que los obreros no aceptaron, estimando irracional la orden. En vista de esto, el teniente Gainza hizo fuego y el teniente Argandoña ordenó también hacer lo mismo. Mientras la tropa de veinte soldados y ocho carabineros hacía fuego, algunos obreros los imitaron avanzando sobre ellos. Los soldados huyeron haciendo fuego en retirada. Indignados los trabajadores al verse masacrados, lincharon al teniente Argandoña y al cabo Faúndez, únicos militares que cayeron a sus pies; también fue ultimado el administrador, don Daniel Jones. Entre los trabajadores se calcula en sesenta el número de muertos y en un centenar los heridos. Este resultado prueba que los trabajadores carecían de armas de fuego…”

Masacre de Marusia (1925)

Hechos ocurridos en marzo de 1925, y fue la respuesta del gobierno de Chile bajo la presidencia de Arturo Alessandri a una huelga por los trabajadores de una mina de salitre que conduce a más de 500 muertos, más de noventa por ciento son huelguistas o sus familiares.
El sindicato, bajo el liderazgo de Domingo Soto, tenía miedo de represalias, y especialmente de otra masacre como la que había sucedido unos años antes en San Gregorio, por lo que decidió tomar varias medidas preventivas. Se pusieron en contacto con las otras minas, y propusieron volar las vías del ferrocarril con el fin de impedir la llegada de los rompehuelgas. El gobierno, al tener conocimiento de los disturbios, respondió enviando a cuarenta soldados bajo el mando del capitán Gilberto Troncoso, conocido como la “Hiena de San Gregorio” por su comportamiento violento.
Las mujeres de Marusia se organizaron bajo la dirección de Selva Saavedra, y decidieron resistir el avance de las tropas. Cuando los soldados llegaron, entraron a la ciudad disparando. Un grupo de trabajadores respondieron lanzando cartuchos de dinamita en ellos, matando a varios soldados y apoderándose de sus armas. Entonces, los trabajadores organizaron una contraofensiva, tomando el relevo el depósito de explosivos de la mina y el corte de los cables telegráficos. El capitán Troncoso, se vio obligado a retirarse.
Los mineros procedieron a armar toda la ciudad (cerca de 2.400 personas). En una asamblea abierta, los dirigentes sindicales propusieron negociar su rendición, mientras que algunos mineros defendieron un llamamiento a la ayuda de los trabajadores de otras minas. Al final, una moción de Soto que se preguntó el sacerdote del pueblo para mediar fue aprobado.
Los refuerzos del Ejército llegaron en la forma de un batallón de 300 hombres bajo el mando del Coronel Pedro Schultz. Ellos atacaron la ciudad en medio de la noche y la ametrallaron a la vista todo el mundo. Cientos de personas murieron, entre ellos mujeres y niños ­ el número exacto nunca fue debidamente establecido. Un grupo de trabajadores fueron capaces de montar una defensa apresurada, lanzando cartuchos de dinamita sobre el avance de las tropas, y se las arreglaron para matar a 36 soldados y herir a otros 64. Los mineros sobrevivientes escaparon con sus familias en las altas montañas. Esto puso fin a la huelga de inmediato, pero el conflicto estalló de nuevo a menos de dos meses más tarde, y condujo a la La Coruña masacre.

Matanza de Coruña y Pontevedra (1925)

Cayeron allí, bajo el fuego de las ametralladoras más de 1.200 trabajadores; los Campamentos fueron arrasados con artillería de campaña, y a los detenidos se les asesinaba arrojándoles a las calicheras. “La tropa al mando del comandante Acacio Rodríguez ­dice Carlos Vicuña­ bajaron del tren a varios kilómetros del Alto de San Antonio y, desde allí, con cañones de campaña, bombardearon los campamentos obreros, como si se tratara de reductos fortificados… Los trabajadores inermes como estaban y sin propósitos revolucionarios, en cuanto vieron la tropa se rindieron sin proferir una palabra. Pero los tenientes y capitanes, por saña y placer, fusilaron a mansalva hombres, mujeres y niños, en grupos, al montón, y después aisladamente a todo aquel a quien los pulperos señalasen como subversivo o rezongón. No dieron cuartel, no recogieron heridos, no perdonaron la vida a nadie; el que huía por las calicheras era alcanzado por las balas. A muchos infelices los hacían cavar sus propias fosas y los fusilaban en seguida, sin piedad alguna.”
Ibáñez, entonces Ministro de Guerra, dio instrucciones al general Florentino de la Guardia, jefe de la guarnición de Iquique, reprimiera enérgicamente el movimiento obrero a sangre y fuego, órdenes que ejecuta enviando fuerzas de artillería e infantería a la pampa al mando del comandante Acacio Rodríguez. Se afirma que Ibáñez sólo dio cuenta a Alessandri de la masacre cuando ya estaba consumada. Sin embargo, tanto uno como el otro, felicitaban “a las autoridades de la provincia, General de la Guarda, oficiales y tropas, por haber defendido la propiedad y la vida, injustamente atacada”.

La Pascua trágica Vallenar y Copiapo (1931)

Fue en Copiapó donde un 24 de diciembre cuando un grupo de militantes del PC, también afiliados a la FOCH, intentaron de manera aventurera tomar por asalto el cuartel “Esmeralda” de Copiapó e iniciar la insurrección en el país. Se dice que eran
30 hombres armados que realizarían lo que en jerga militar se conoce como una acción putschista o en términos políticos como blanquismo. La característica principal de esta acción es que es realizada por un grupo de profesionales que sin contacto con las masas llevan a cabo una toma del poder.
Como es de esperar, los sucesos de Copiapó terminaron en tragedia y pasaron a recordarse como la Pascua trágica de 1931. El fracaso al parecer se produjo porque el grupo estaba infiltrado y cuando llegaron al cuartel fueron repelidos por los militares, obligando a iniciar el repliegue luego de 3 horas de tiroteo. Paralelamente, carabineros rodeó una casa en Vallenar donde se encontraban reunidos militantes del PC, provocando un enfrentamiento armado, lo que da a entender que en esa ciudad también se realizaría un asalto a algún cuartel. En ambos casos todos los militantes fueron asesinados sin juicio alguno por el delito de ser “comunistas”.

La Masacre de Ránquil (1934)

Se produjo en junio y julio de 1934, cuando grupos de campesinos e indigenas Mapuche de la Provincia de Malleco, en la IX Región de la Araucanía, Chile, se sublevaron en contra de los abusos de los patrones, provocando una revuelta de proporciones insospechadas.
El levantamiento de los campesinos mapuches fue consecuencia a su vez de la sublevación de los trabajadores de los lavaderos de oro de Lonquimay. Estos se alzaron en contra del patrón de la pulpería por los tratos abusivos y la asaltaron y quemaron. Ante esta situación el gobierno del presidente Arturo Alessandri Palma envió un cuerpo de Carabineros y de fuerzas militares a la zona, que atacó a los insurgentes y en vez de disolver la revuelta provocó la unión de los obreros con los campesinos y las comunidades Mapuche.
Estos se reunieron en los alrededores, se armaron con escopetas y armas de todas las especies y marcharon sobre Temuco. El gobierno, sumamente alarmado, dado los antecedentes de la República Socialista recién sofocada, envió a un regimiento entero de policías. La batalla se produjo cerca del Fundo Ranquil, donde los alzados fueron rodeados por carabineros el día 6 de julio de 1934. Estos tenían la orden de no dejar prisioneros. por lo que se produjo una matanza a sangre fría espeluznante. Según algunas fuentes los muertos llegaron a cerca de los quinientos, pese a que la versión más aceptada los sitúa entre los 150 y 200 muertos.

Matanza del Seguro Obrero (1938)

La Matanza del Seguro Obrero fue una masacre de carácter político contra jovenes del partido Nacional Socialista pro­ ibañistas ocurrida en Chile el 5 de septiembre de 1938 durante el gobierno de Arturo Alessandri Palma.
“…Ya desarmados y separados de los funcionarios policiales, los cerca de 60 jóvenes fueron puestos contra la pared y acribillados, rompiendo así la promesa de respetar sus vidas; sólo 4 jóvenes lograron salvarse, haciéndose los muertos.
Los jóvenes presentaban atroces desfiguraciones en su cuerpo y cara por la bestial cantidad de balas y por los profundos y persistentes cortes con sables y bayonetas. Hasta el día de hoy es una incertidumbre de quién dio la orden de matar a los nacistas. Algunos aseguran que escucharon, fuera del despacho presidencial, a un iracundo Arturo Alessandri Palma decir: “Mátenlos a todos”. El mismo Alessandri quiso hacer creer que los nacistas se habían asesinado entre sí, lo que finalmente se comprobó que era una mentira.
Pese a esto las acusaciones contra Alessandri están cimentadas en especulaciones y muy pocas pruebas palpables; lo cierto es que no existe una historia oficial en relación a este tema que es y seguirá siendo una fuerte pugna entre historiadores.”

Masacre de la Plaza Bulnes (1946)

El 28 de enero de 1946, los obreros de las oficinas salitreras Humberstone y Mapocho, declararon una huelga en la famosa Plaza Bulnes. El Gobierno de Duhalde, les anuló la personalidad jurídica a ambos sindicatos, favoreciendo con ello a las empresas estadounidenses que explotaban esas salitreras.
La Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH) protestó por la medida y llamó a una concentración en la Plaza Bulnes para el día 28 de enero. A esta concentración, concurrieron gran cantidad de manifestantes. La policía provocó y baleó a los trabajadores indefensos.
Seis fueron asesinados, entre ellos la joven comunista Ramona Parra, dirigente del Comité Regional Santiago. que se transformó en un ícono de las víctimas de esta masacre. Muchos otros resultaron heridos.

Matanza de Santiago y Valparaiso (1957)

El 2 de Abril en Valparaíso la represión policial se descarga con fuerza contra los estudiantes durante las primeras horas de la mañana y luego, contra los trabajadores y la población.
En Santiago el general Horacio Gamboa, que encabezó la masacre, en un parte de guerra, transmitido por cadena de radioemisoras, calificó los hechos como “la batalla de Santiago, en que el enemigo tuvo 18 muertos y 500 heridos”.
Las fuerzas represivas, en especial los efectivos del ejército, utilizaron la experiencia internacional acumulada por el imperialismo. Hay que tener en cuenta que desde 1945 ­y más específicamente desde abril de 1952, cuando el gobierno de González Videla suscribió el pacto militar con Estados Unidos-, las fuerzas armadas chilenas quedaron subordinadas a las instituciones militares estadounidenses.

Masacre Población José María Caro (1962)

El 19 de noviembre del año 1962 se lleva a cabo un paro nacional en defensa de mejores condiciones salariales, al cuál adhieren aproximadamente 200.000 trabajadores.
En la población José María Caro, el movimiento adquiere dimensiones que fueron repudiadas desde todos los sectores de la vida nacional, ya que, si bien éste se desarrolló bajo las mismas características que en otros sectores de la ciudad, pasado el mediodía de aquel lunes, los incidentes dieron un vuelco hacia la violencia, y porque no decirlo, hacia la injusticia cuyo resultado fue la pérdida de seis vidas humanas, aproximadamente 40 heridos y un centenar de detenidos.
Había un paro ordenado por la CUT. Familias enteras se habían apostado sobre los durmientes en un intento de impedir el paso del tren. Carabineros no había logrado que los pobladores se retiraran, así que llegaron tropas del Ejército. Unas 500 personas, incluyendo niños avanzaron por la línea hacia los soldados llevando una bandera chilena.
No alcanzaron a llegar donde estaban pues, algunos desde atrás lanzaron piedras. Se escucha una voz de un oficial que grita ¡FUEGO! y una descarga cerrada salpica puntos acerados de muerte. Los civiles huyen, el desbande es desesperado. Sin embargo, se sigue lanzando piedras, el oficial da la orden de alto al fuego. Es obedecido con lentitud.
El resultado de aquel brutal episodio es de seis víctimas fatales, de las cuales cinco mueren el mismo día: dos padres de familia; una muchacha de 16 años, que es impactada por las balas dentro de su casa mientras planchaba; un joven de
18 años y otro de 22. El sexto poblador muere al día siguiente.

Masacre El Salvador (1966)

Asesinato de trabajadores en el mineral de cobre de El Salvador el 11 de marzo de 1966. 8 muertos y 37 heridos fue el saldo de la represión. La orden de atacar a los trabajadores, sus mujeres e hijos, en el interior del local del sindicato obrero, por tropas regulares, emanó del ministro de defensa a cargo de Juan de Dios Carmona.

Masacre de Puerto Montt (1969)

Ocurrida el 9 de marzo de 1969, fue uno de los hechos de violencia más graves del gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva. Diez pobladores (pobres urbanos) murieron a manos de efectivos de Carabineros de Chile
-incluyendo un menor de nueve meses de edad que falleció a causa del gas lacrimógeno- y otras cincuenta personas resultaron heridas con diversa gravedad. Las responsabilidades políticas por lo sucedido han sido objeto de larga polémica en Chile, siendo el principal inculpado en esos términos el entonces Ministro del Interior Edmundo Pérez Zujovic.


La Historia Oculta del Régimen Militar

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